"Mientras me vestía, delante del espejo, me vi obligada a apoyarme en algo, porque tuve una visión. Vi el pasado, con la misma claridad que se ve el presente. Vi el jardín, el mismo jardín donde en ese momento estábamos esperando a Lajos: un jardín donde nos encontrábamos de pie, debajo del altísimo fresno, veinte años más jóvenes, cuando nuestros corazones estaban llenos de desolación y de ira. Unas palabras contundentes, llenas de emoción, volaban por los aires, como los abejorros del otoño. Era otoño, estábamoas a finasles de septiembre. Se respiraba un aire perfumado de embriagadores vapores. Nosotros teníamos veinte años menos, estábamos reunidos, parientes, amigos y medio desconocidos, y entre nosotros se encontraba Lajos, con la expresión del ladrón congido in fraganti. Estaba tranquilo, parpadeaba, se quitaba las gafas repetidas veces, para limpiarlas cuidadosamente. Se encontraba solo, en el centro de un círculo de personas inquietas, con la tranquilidad de alguien que sabe que ha perdido la jugada, que todo se ha desvelado, que ya no puede hacer otra cosa sino estar allí y esperar con paciencia, esperar a que le lean el veredicto. De repente, Lajos desapareció de aquel círculo. Y nosostros seguimos viviendo, de una manera mecánica, viviendo nuestras vidas de figuras de cera. Desde entonces, sólo vivimos de una manera figurada: como si nuestra verdadera vida hubiese sido la lucha y la emoción que Lajos nos provocaba.
En mi visión lo volví a ver, en medio de aquel círculo, en el jardín de antaño, y todos revivimos, colmados con la misma emoción de antes. Me puse mi vestidos color violeta. Fue como si me pusiera uno de mis antiguos disfraces, mi disfraz para la vida. Sentí que todo lo que caracteriza a un ser humano -su fuerza, su manera de comportarse- hace revivir en sus adversarios unos determinados momentosw de sus vidas pasadas. Todos nosotros pertenecemos a Lajos, vivimos en alianza con él, y ahora que se aproxima, vivimos otra vez de una manera mas agitada, más peligrosa. Ésos eran mis pensamientos allí, en mi habitación, delante del espejo, al ponerme mi disfraz de antaño. Lajos nos devolvía el tiempo pasado, la experiencia intemporal de la vida vivida. Sabía que él no había cambiado en nada... Sabía que, en efecto, no podíamos hacer nada contra él. Y también sabía que yo aún no tenía idea de cómo era la vida de verdad, de cómo era mi vida o la de los demás, y que sólo a través de Lajos podría aprender la verdad, sí, a través del mentiroso de Lajos.
El jardín se estaba llenando de gente. Sonó la bocina del automóvil. De repente me tranquilicé de una manera maravillosa: sabía que había llegado Lajos, porque no podía hacer otra cosa, y que nosotros lo íbamos a recibir, porque no podíamos hacer otra cosa, y que todo eso era temible, molesto e inminente, tanto para él como para nosotros".
(fragment pàg. 68-70)