"Me hablas de cosas que no entiendo, de personas que no recuerdo -dijo Suárez-, ¿Quiénes eran Dolores Ibárruri, Tierno Galván, Santiago Carrillo, Fraga, Felipe González?". "Esos rostros y nombres de líderes, que entonces llenaban los carteles y las páginas de los periódicos, han muerto o se los ha tragado la historia -contestó Carmen-. Yo misma también he muerto". Tampoco los jóvenes de hoy saben nada de ellos. Los políticos supervivientes, los que todavía están en activo, están irreconocibles. En las imágenes de aquel tiempo aparecen todos con aire montaraz, sin tripa, la barba negra hirsuta y la melena tapándoles las orejas, con la pana dura o la trenca de trabillas; otros con caras de empollón, finos y encorbatados, recién salidos de las oposiciones, pasados desde la burocracia a la política, de los despachos de abogados del Estado a los escaños del Congreso. Eran jóvenes, salieron de las oposiciones sin haber probado el placer de la vida y bajo la ráfaga de la libertad se liaron con los periodistas que les hacían las entrevistas, con las chicas de la tribuna de prensa [...] ¿Dónde estaban en las elecciones de 1977 los líderes que se enfrentan hoy en las urnas? José Luis Rodríguez Zapatero, con diecisiete años, estaba acabando el bachillerato y no pudo votar; Rajoy se disponía a preparar oposiciones a Registros; José María Aznar iría de paseo por las afueras de Logroño bajo los álamos con las mangas del jersey sobre los hombros en compañía de Ana Botella, comentando, tal vez, el artículo que acababa de escribir en una revista de la Falange Auténtica [...] Tú fuiste el héroe del momento, odiado por la extrema derecha por haber traicionado los ideales del Movimiento, seductor del fondo femenino de la patria por tu apostura física, entre hortera y audaz, apoyado por los centristas liberales, democristianos y derribos del franquismo. Incluso en todos los países de Latinoamérica te tomaron de ejemplo, como el que tiene la llave secreta para desmontar una dictadura. Cambiaste de caballo en mitad del río, del franquismo a la democracia, pero fundaste un partido que llevaba dentro su propia destrucción la UCD, un conglomerado de traidores, menudo invento, cada uno con su ambición, y te creíste tu propia ficción como un nuevo general Della Rovere y estuviste dispuesto a dar la vida por ello. Ningún gesto de gallardía podrá compararse al que ofreciste a la historia al enfrentarte al golpista Tejero para salvar a tu amigo el teniente general Gutiérrez Mellado arriesgando el pellejo. El asalto del Congreso por aquella banda borracha fue el último capítulo de una pugna de la España negra por doblarle el codo a la democracia." (fragment pàg. 195-198)
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