"Se considera tan lector como editor. Le retiró de la edición básicamente la salud, pero le parece que en parte también el becerro de oro de la novela gótica, que forjó la estúpida leyenda del lector pasivo. Sueña con un día en el que la caída del hechizo del best-seller dé paso a la reaparición del lector con talento y se replanteen los términos del contrato moral entre autor y público. Sueña con un día en el que puedan respirar de nuevo los editores literarios, aquellos que se desviven por un lector activo, por un lector lo suficientemente abierto como para comprar un libro y permitir en su mente el dibujo de una conciencia radicalmente diferente a la suya propia. Cree que si se exige talento a un editor literario o a un escritor, debe exigírsele también al lector. Porque no hay que engañarse: el viaje de la lectura pasa muchas veces por terrenos difíciles que exigen capacidad de emoción inteligente, deseos de comprender al otro y de acercarse a un lenguaje distinto al de nuestras tiranías cotidianas [...] Las mismas habilidades que se necesitan para escribir se necesitan para leer. Los escritores fallan a los lectores, pero también ocurre al revés y los lectores fallan a los escritores cuando sólo buscan en éstos la confirmación de que el mundo es como lo ven ellos...
Suena el teléfono.
¿Qué estaba diciéndose? Bueno, estaba pensando en la llegada de nuevos tiempos que traigan esa revisión del pacto exigente entre escritores y lectores y sea posible el regreso del lector con talento. Pero puede que ese sueño sea ya irrealizable. Más vale ser realista [...] Irá a Dublín. En parte por hacer algo. Por sentirse más ocupado en su vida de jubiliado. En parte porque un sueño extraño lo arrastra hacia allí. En días impares, y siempre a esta hora llama por teléfono Javier, fiel amigo y hombre rigurosamente metódico. Aún no ha descolgado y Riba sabe perfectamente que sólo puede ser Javier. Baja el volumen de la radio, donde se escucha a Brassens con Les copains d'abord [...] Descuelga.
- Me voy a Dublín en junio ¿lo sabías?
Debido a que en los últimos años ha dejado de beber y huye de las salidas nocturnas, se ve poco últimamente con Javier, que es muy noctámbulo. La relación en cualquier caso sigue activa, aunque ahora se alimenta básicamente de conversaciones telefónicas. Podría suceder que con el tiempo la ausencia de salidas nocturnas fuera mermando la reación, pero no lo cree, porque es de los que piensa que verse con escasa frecuencia fortalece las amistades [...] El propio Javier suele decir que no hay amigos, sino momentos de amistad. Llama Javier los días impares, creyendo tal vez que para los momentos de amistad esa hora puede ofrecer más garantías que otras. Es un amigo muy metódico [...] Su amistad o, mejor dicho, sus momentos de amistad se basan en las discrepancias casi absolutas en criterios artísticos. Le publicó sus cinco primeras novelas, antes de que Javier volara a editoriales más comerciales. Y, aunque siempre estuvo en desacuerdo con algunos aspectos de su estética literaria, el respeto por la gran fuerza de su estilo realista ha sido en todo momento absoluto [...] Javier es asturiano, de un pueblo próximo a Oviedo, aunque lleva viviendo más de tres décadas ya en Barcelona. Tiene quince años menos que Riba y posee una notable tendencia a los consejos...
(pág. 71-74)
Suena el teléfono.
¿Qué estaba diciéndose? Bueno, estaba pensando en la llegada de nuevos tiempos que traigan esa revisión del pacto exigente entre escritores y lectores y sea posible el regreso del lector con talento. Pero puede que ese sueño sea ya irrealizable. Más vale ser realista [...] Irá a Dublín. En parte por hacer algo. Por sentirse más ocupado en su vida de jubiliado. En parte porque un sueño extraño lo arrastra hacia allí. En días impares, y siempre a esta hora llama por teléfono Javier, fiel amigo y hombre rigurosamente metódico. Aún no ha descolgado y Riba sabe perfectamente que sólo puede ser Javier. Baja el volumen de la radio, donde se escucha a Brassens con Les copains d'abord [...] Descuelga.
- Me voy a Dublín en junio ¿lo sabías?
Debido a que en los últimos años ha dejado de beber y huye de las salidas nocturnas, se ve poco últimamente con Javier, que es muy noctámbulo. La relación en cualquier caso sigue activa, aunque ahora se alimenta básicamente de conversaciones telefónicas. Podría suceder que con el tiempo la ausencia de salidas nocturnas fuera mermando la reación, pero no lo cree, porque es de los que piensa que verse con escasa frecuencia fortalece las amistades [...] El propio Javier suele decir que no hay amigos, sino momentos de amistad. Llama Javier los días impares, creyendo tal vez que para los momentos de amistad esa hora puede ofrecer más garantías que otras. Es un amigo muy metódico [...] Su amistad o, mejor dicho, sus momentos de amistad se basan en las discrepancias casi absolutas en criterios artísticos. Le publicó sus cinco primeras novelas, antes de que Javier volara a editoriales más comerciales. Y, aunque siempre estuvo en desacuerdo con algunos aspectos de su estética literaria, el respeto por la gran fuerza de su estilo realista ha sido en todo momento absoluto [...] Javier es asturiano, de un pueblo próximo a Oviedo, aunque lleva viviendo más de tres décadas ya en Barcelona. Tiene quince años menos que Riba y posee una notable tendencia a los consejos...
(pág. 71-74)
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