"He vuelto a ver recientemente
El planeta de los simios, en la versión de 1968, la de Franklin J. Schaffner [...] Es cine 'americano', como se dice, y después de todo, ¿por qué no? No nos priva de hacernos reflexionar. La idea de partida -un planeta dominado por unos simios muy evolucionados, en el que los humanos son tratados más o menos como nosotros tratamos a los animales- plantea en este caso una pregunta esencial, que es la de la humanidad. Y permite, sobre todo, hacerla de otra manera. ¿Qué es es un ser humano? ¿Un animal que habla, que razona, que fabrica utensilios, que hace política? [...] ¿Qué es un ser humano? Un ser nacido de dos seres humanos. Hable o no hable. Razone o no razone. Hombre, porque es hijo del hombre. La humanidad es una especie, no una hazaña. Nacidos todos de una mujer. Engendrados todos, y no creados. La humanidad no es un concepto, es una filiación. No es un producto, es una herencia. Y tanto más preciada, en cada individuo, por cuanto que es única, a la vez imprevisible e irremplazable, absolutamente nueva y absolutamente humana. Que el hombre sea de entrada 'nada', como quería Sartre, es lo que cualquier recién nacido puede refutar. Y que sea diferente de sus padres, es lo que éstos saben ya, y que la vida no dejará de recordarles. No es el sí mismo lo que transmitimos, cuando hacemos un hijo, sino una parte de lo que hemos recibido, que se mezcla aleatoriamente con lo que otro ha recibido y transmite, de tal manera que el individuo resultante es algo, o más bien alguien, que nunca había existido y que no existirá nunca más. La vida es creadora (hacer nacer algo nuevo, imprevisible, irremplazable), y es importante que lo siga siendo.
En resumen, la humanidad es, de entrada, una especia animal. Por ello una especie. Por ello es múltiple. Somos lo que nuestros genes y nuestra cultura han hecho de nosotros, y después lo que nosotros hacemos de ellos. En esto es en lo que somos libres, al menos relativamente. Pero no habría ni cultura ni libertad si los genes no estuvieran allí primero. La especie precede a la existencia. De otro modo, no habría existencia." (fragment pàg. 272-273)
El planeta de los simios, en la versión de 1968, la de Franklin J. Schaffner [...] Es cine 'americano', como se dice, y después de todo, ¿por qué no? No nos priva de hacernos reflexionar. La idea de partida -un planeta dominado por unos simios muy evolucionados, en el que los humanos son tratados más o menos como nosotros tratamos a los animales- plantea en este caso una pregunta esencial, que es la de la humanidad. Y permite, sobre todo, hacerla de otra manera. ¿Qué es es un ser humano? ¿Un animal que habla, que razona, que fabrica utensilios, que hace política? [...] ¿Qué es un ser humano? Un ser nacido de dos seres humanos. Hable o no hable. Razone o no razone. Hombre, porque es hijo del hombre. La humanidad es una especie, no una hazaña. Nacidos todos de una mujer. Engendrados todos, y no creados. La humanidad no es un concepto, es una filiación. No es un producto, es una herencia. Y tanto más preciada, en cada individuo, por cuanto que es única, a la vez imprevisible e irremplazable, absolutamente nueva y absolutamente humana. Que el hombre sea de entrada 'nada', como quería Sartre, es lo que cualquier recién nacido puede refutar. Y que sea diferente de sus padres, es lo que éstos saben ya, y que la vida no dejará de recordarles. No es el sí mismo lo que transmitimos, cuando hacemos un hijo, sino una parte de lo que hemos recibido, que se mezcla aleatoriamente con lo que otro ha recibido y transmite, de tal manera que el individuo resultante es algo, o más bien alguien, que nunca había existido y que no existirá nunca más. La vida es creadora (hacer nacer algo nuevo, imprevisible, irremplazable), y es importante que lo siga siendo.
En resumen, la humanidad es, de entrada, una especia animal. Por ello una especie. Por ello es múltiple. Somos lo que nuestros genes y nuestra cultura han hecho de nosotros, y después lo que nosotros hacemos de ellos. En esto es en lo que somos libres, al menos relativamente. Pero no habría ni cultura ni libertad si los genes no estuvieran allí primero. La especie precede a la existencia. De otro modo, no habría existencia." (fragment pàg. 272-273)
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