"La misa era oficiada casi toda en euskera debido al empeño que ponía don Victoriano en fomentar dicho idioma. Sobre este sacerdote yo podría contarle muchas cosas y algunas cosillas siempre que lo considerase útil para su novela. Es dudoso que pueda dejar de lado a tan singular personaje si, como me dijo, aspira a relatar con veracidad los hechos de una familia de Ibaeta por los tiempos de su niñez. Porque así como afirman los creyentes que a Dios pertenecen las almas humanas, yo afirmo sin temor a equivocarme que aquel cura era el propietario de las vidas privadas de muchas personas. Tampoco creo que haga falta encarecerle a usted la importancia de asignarle otro nombre a don Victoriano si se decide a sacarlo en su novela, ya que andan por ahí con vida algunos parientes suyos que podrían quejarse, no así él, pues tengo entendido que ya murió. De donde se deduce que si ha ido al cielo no habrá santo ni ángel que a estas horas no practique el euskera, todos y Dios con ellos temerosos de no aprobar el examen, y si cayó aquel cura en el infierno como vaticinaba mi tía, estarán estudiando gramática vasca, por la cuenta que les trae, el demonio y todos los condenados.
Perdone la broma. Continúo..." (fragment pàg. 29-30)
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