Ciutadella 23.03.2013
He cerrado mi balcón
porque no quiero oír el llanto,
pero por detrás de los grises muros
no se oye otra cosa que el llanto.
Hay muy pocos ángeles que canten,
hay muy pocos perros que ladren,
mil violines caben en la palma de la mano:
pero el llanto es un ángel inmenso,
el llanto es un perro inmenso,
el llanto es un violín inmmenso,
y las lágrimas amordazan al viento,
y no se oye otra cosa que el llanto.
(pàg. 789-790 de Poesía española [Antologías])
Federico García Lorca
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