dijous, 6 de juny del 2013

"Depuis huit jours, j'avais déchiré mes bottines
aux cailloux des chemins...", escribe Rimbaud.

Camino: franja de tierra por la que se va a pie. La carretera se diferencia del camino no sólo porque por ella se va en coche, sino porque no es más que una línea que uno un punto a otro. La carretera no tiene su sentido en sí misma; el sentido sólo lo tienen los dos puntos que une. El camino es un elogio del espacio. Cada tramo del camino tiene sentido en sí mismo y nos invita a detenernos. La carretera es la victoriosa desvalorización del espacio, que gracias a ella no es hoy más que un simple obstáculo para el movimiento humano y una pérdida de tiempo. Antes de que los caminos desaparecieran del paisanaje, desaparecieron del alma humana: el hombre perdió el deseo de andar, de caminar con sus propias piernas y disfrutar de ello. Ya ni siquiera veía su vida como un camino, sino como una carretera: como una línea que va de un punto a otro punto, del grado de capitán al grado de general, de la función de esposa a la función de viuda. El tiempo de la vida se convirtió para él en un simple obstáculo que hay que superar a velocidades cada vez mayores.
El camino y la carretera son también dos concepciones diferentes de la belleza. Cuando Paul dice que en tal o cual lugar hay un paisaje hermoso, eso significa: si paras el coche verás un hermoso castillo del siglo XV y junto a él un parque; o: hay allí un lago y, por su brillante superficie, que se extiende a lo lejos, navegan los cisnes.
En el mundo de las carreteras un paisaje hermoso significa: un isla de belleza unida por una larga línea a otras islas de belleza.
En el mundo de los caminos la belleza es ininterrumpida y constantemente cambiante; a cada paso nos dice: "¡Detente!". (fragment pàg. 267-268)