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"Nos mira a los cuatro hijos, Lucas, Juan, Mateo y Marcos, yo, así nombrados, decía mi padre, para pasar del Antiguo al Nuevo Testamento de una santa vez. Si no, le advertía a nuestra madre Angelines, habría tenido que llamarnos Esaú, Jacobo y allí mismo empezaban los problemas, dado que Jacobo tuvo trece hijos y mi padre sólo cuatro. Su decisión de cambiar de Testamento nos salvó a mí y a mis tres hermanos de llamarnos Isacar, Zebelún o Zilpa. [...] Por eso he determinado que cada uno de ustedes, al cumplir los dieciocho años, viaje a Guadalajara a iniciar sus estudios en el Seminario del Eterno Enfermo a fin de llegar al sacerdocio y dedicar su vida al servicio de Nuestro Señor. Atajaba la mirada patriarcal cualquier respuesta, protesta o parecer personal . - El primero serás tú, Marcos, porque ayunas a menudo. No lo desilusioné. Si ayunaba no era por tener vocación de cura, sino porque soy gordo y quería ponerme a dieta para agradar a las muchachas [...] La última voluntad del abuelo Abraham fue que antes de fusilarlo no le dieran de beber durante un día entero y que le permitieran mear antes de ir al paredón. Nso miró con singular y tremenda intención. - Tú Marcos y luego tú Juan y tú Mateo y tú Lucas van a ir de la misma manera al seminario sin mearse en los calzones. Hizo una pausa jupiterina..." ( pàg. 51-54)
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