dijous, 28 de novembre del 2013

MEMÒRIA...


http://www.tusquetseditores.com/titulos/andanzas-adios-hemingway"Para comenzar aquel entendimiento difícil, el Conde cometió un sacrilegio museográfico: se descalzó de sus propios zapatos y metió los pies en los viejos mocasines del escritor, varios puntos más grandes que los requeridos por el ex policía. Arrastrando los pies volvió a la sala, encendió un cigarro y se acomodó en la poltrona personal del hombre que se hacía llamar Papa. Cometiendo a gusto y a conciencia aquellos actos de profanación que jamás imaginó pudiera realizar, el Conde estudió los óleos con escenas taurinas y, sin proponérselo, recodó cómo su idilio con el escritor había tenido su epílogo con la revelación de ciertas verdades sobre el fin de la amistd entre Hemingway y Dos Passos. En realidad el Conde no había dejado de amar a Hemingway de un solo golpe, cuando entró en posesión de aquellla información. La distancia se había ido forjando mientras el romanticismo dejaba espacios al escepticismo y el entonces ídolo literario se le fue conviertiendo en un ser prepotente, violento e incapaz de dar amor a quienes lo amaban; cuando entendió que más de veinte años conviviendo con los cubanos no bastaron para que el artista comprendiera un carajo de la isla; cuando asimiló la dolorosa verdad de que aquel escritor genial era también un hombre despreciable, capaz de traicionar a cada uno de los que lo ayudaron: desde Sherwood Anderson, el hombre que le abrió las puertas de París, hasta el "pobre" Scoot Fitzgerald. Pero la copa rebosó cuando supo del modo cruel y sádico en que se había portado con su antiguo camarada y amigo John Dos Pasos durante los días de la guerra civil española, cuando Dos insistía en investigar la verdad sobre la muerte de su amigo español José Robles, y Hemingway le restregó en la cara, en medio de una reunión píblica, que Robles había sido fusilado por espía y traidor a la causa de la República. Luego, para traspasar todos los límites, con malignidad y alevosía, hizo de Robles el modelo del traidor en Por quién doblan las campanas... Aquél había diso el final de la amistad entre los dos escritores." (fragment pàg. 50-51)

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