dilluns, 12 de maig del 2014

ARIA...

 
http://www.planetadelibros.com/las-joyas-del-paraiso-libro-69135.html"Volvió a la primera página y dejó que su mente jugase de nuevo con la música. Oh, cuán perfecta era la figura de la introducción que se repetía en el registro alto, justo desde el inicio del aria. Leyó la letra y descubrió el predecible "Morirò tra strazi e scempi". ¿Quién había regurgitado aquel sentimiento?, quiso saber ella. "Moriré entre la tortura y el caos." De haber tenido una máquina del tiempo, Caterina hubiese vuelto aal pasado a coger a todos los hombres que escribían los libretos para traerlos al presente, aunque los dejaría en Brasil, donde todos podrían trabajar escribiendo quiones de telenovelas.
Un vistazo a las primeras palabras del segundo verso, "E dirasi ingiusti dei", confirmaron sus deseos temporales y geográficos. Leyó el aria hasta el final concentrándose en la música en lugar de en las palabras [...] Deseó haber prestado más atención a la música de Steffani cuando estaba en la universidad y haber visto más que una única representación de la maravillosa Niobe en Londres, pues el genio que manifestaba en aquella aria probaba que el compositor poseía un don muy superior al que ella pensaba. Hizo una pausa: ¿era posible que se la hubiese enviado un colega músico o un músico quizá incluso un estudiante? Volvió a examinar el manuscrito, pero no aparecían los créditos ni la firma, únicamente la misma letra inclinada hacia atrás que había leído en la nota que había al final de la carta [...] La belleza de la música hizo que su mirada se volviese a desviar hacia el aria. Anotó el título probable de la pieza y después dio la vuelta al papel para revelar otro documento escrito en latín eclesiástico: una carta de 1719 que se dirigía a él como obispo y trataba de explicar el retraso que se había producido en el envío del beneficio de las diócesis de Spiga, dondequiera que eso estuvies.
Después de escribir una nota sobre el contenido de aquella carta, Caterina miró el reloj y vio que eran las dos pasadas. Como si haber visto la hora la hubiese liberado del hechizo de su propia curiosidad, se dio cuenta de lo hambrienta que estaba." (fragment pàg. 101-103)