Ningún gran artista ve las cosas como son en realidad; si lo hiciera, dejaría de ser artista.
Oscar Wilde
"El cine era uno de los de los más grandes, de entre los muchos que había en una calle que llamaban Gran Vía. Sólo ver sus grandes carteles en color, sus muchas luces encendidas y aquellas letras luminosas donde podía leerse Las Cruzadas me hicieron latir el corazón. Presentía que allí me esperaba algo nuevo y, por supuesto, emocionante. Leí, en grandes titulares, los nombre de Henry Wilcoxon y Loreta Young. Y en los enormes carteles vi a un hombre con la espada en alto. Papá lo señaló y me dijo:
"Cuando miré por la ventana hacia el gran reloj del St. Paul Hotel, las saetas marcaban casi las once. La carta a Hackmuth era muy larga, tenía ya doce folios. La leí. Me pareció una imbecilidad. Sentí que la cara se me enrojecía de vergüenza. Hackmuth pensaría que yo era idiota por escribirle aquellas insensateces infantiles. Junté los folios y los arrojé a la papelera. Mañana sería otro día y tal vez mañana se me ocurriese una idea para escribir un cuento. En el ínterin, me comería un par de naranjas y me iría a dormir [...] Hete aquí viviendo como un gusano día tras día, genio del hambre, fiel a una vocación sagrada. ¡Tu valentía es envidiable!
"En cierto modo, a pesar de ese afán suyo por resaltar el encanto natural, a Arnáiz lo tenía bien calado. "es un viejo verde disfrazado de caballero", nos decía en un aparte, cuando Feli no estaba presente. Le sulfuraba que un hombre casado, con hijos, y para colmo de males, superior de su marido, pudiera insinuarse a la esposa de uno de los subordinados de una manera tan descarada. Pero tu madre, a pesar de la irritación, no sólo sabía disimular con aplomo de artista, además disfrutaba siguiéndole la corriente por un rato, hasta que la cosa empezaba a salirse de madre y le daba un corte.
"He empès la porta. A dins és fosc, rastres de derives nocturnes, emanacions de cendra refredada. Bashung. Voleur d'amphores au fond des criques. S'acosta a la barra, s'inclina per damunt del zinc, té set, no vol esperar, hi ha algú? Un paio surt d'una cuina i un cop davant d'ella li pregunta en un to solemne què vol prendre, mestressa? Ginebra -veu de la Marianne gairabé inaudible, com un panteix. L'home s'allisa els cabells cap enrere amb les dues mans plenes d'anells, i en acabat esbandeix un got sense treure els ulls d'aquesta dona que ell ja havia vist aquí abans: tot bé, mestresa? La Marianne desvia la mirada, vaig a seure. El gran mirall picat que hi ha al fons de la sala li retorna un rostre que ella no reconeix, i gira el cap per no veure'l.