(més si clikeu damunt es llibre)
amb il·lustracions a càrrec de Antonio Seguí
"Mirta Cisneros", dijo ella, pero no le tendió la mano. "Raúl Morales -dijo él, y agregó-: Uruguayo. ¿Usted es argentina?". "Sí, de Mendoza". "¿Y qué hace en París?". Pinto. Es decir pintaba. Pero tengo que trabajar tanto para vivir, que se acabó la pintura [...] Él no hizo comentarios. Simplemente dijo: "Yo escribo -y antes de que de que ella formulara alguna pregunta-, cuentos" [...] A las dos ya habían hablado de sus respectivos problemas económicos, de las dificultades de adaptación, de la sinuosa avaricia de los franceses, de los defectos y virtudes de las respectivas y lejanas patrias. A las dos y cuarto, él le propuso que se tutearan. Ella vaciló un momento; luego aceptó. Él dijo: "A falta de ajedrez, de naipes, y de intenciones aviesas, propongo que me cuentes tu historia y que yo te cuente la mía. ¿Qué te parece?". "La mía es muy aburrida". "La mía también. Las historias entretenidas pasaron hace mucho o las inventaron hace poco". "Mira, -dijo él-, para que veas que soy comprensivo y poco exigente, voy a empezar yo. Cuando termine, si no te dormiste, decís vos tu cuento. Y conste que si te dormís no me ofendo. ¿Trato hecho?". Fue consciente de que su última intervención había sido una buena maniobra de simpatía. "Trato hecho", dijo ella, sonriendo francamente y tendiéndole, ahora sí, la mano..." (pàg. 26)
Mario Benedetti
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