dimarts, 1 d’abril del 2014


http://www.tusquetseditores.com/titulos/andanzas-un-estado-de-malestar"Una historia curiosa y deviertida que nos ha hecho reír como dos cómplices, como dos proscritos, solos en un polígono industrial desierto, compartiendo el reducido habitáculo de un cupé, clandestinos aprendiz y maestro huyendo del destino y la clase social, burlando la costumbre y la ley, ajenos al sistema. Pero nuestra complicidad se ha roto inmediatamente después, como si fuera un espejo de la realidad que se hubiera hecho añicos. Estrella ha recuperado el rictus que le corresponde, el aprendido, quizá el impuesto, se ha bajado del coche, me ha cambiado el sitio y se ha dejado conducir hasta cerca de la plaza donde vive, el mismo discreto lugar en el que la había recogido un rato antes y se ha ido calle arriba, caminando con la prisa de quien delinque o de quien se siente amenazado. La comprendo muy bien [...] No obstante me sonrío a mí mismo por el espejo retrovisor. Me siento joven y vivo. Percibo los psicotrópicos naturales templando mis nervios, dándome valor y esperanza en el futuro, sensaciones que por olvidadas me parecían irrepetibles. Por ya vividas imposibles de revivir.
La sonrisa del retrovisor me preocupa porque es la certificación visual de que estoy lejos de ser tan joven como me siento. Y esa preocupación me hace llegar a casa conmocionado, como si caminara ante un espejo que me fuera reflejando todo el tiempo, como si estuviera a punto de encontrarme conmigo mismo, en el umbral de esa superficie de luz estancada, una imagen entrando y otra saliendo de ese escenario simétrico pero ambidiestro que parece real y sólo es un reflejo. Será por eso por lo que he sentido la necesidad de sacar mis álbumes de fotos y estoy sentado en la alfombra del salón mirándolas por orden cronológico. Porque las fotos, al contrario que los espejos de la actualidad, reflejan escenarios que no existen en el espacio ni en el tiempo. Son reflejos congelados, instantes pasados, viajes temporales para osados turistas en busca de las emociones de la memoria.
He rastreado mi rostro a través del tiempo hasta componer una película de fotogramas que han convertido una piel tersa y limpia en otra arrugada y manchada, un pelo abundante y castaño en otro escaso y grisáceo, unos ojos acechantes en otros contemplativos, una boca sonriente en una mueca de expresión ausente. En pocos minutos, condensando los años, obviando el tiempo no fotografiado, saltando de oca a oca en el tablero de la existencia, he envejecido hasta la casilla del presente, hasta la imagen del espejo." (fragment pàg. 131-133)
 
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