dimarts, 26 d’abril del 2011


"- Discúlpeme si le he molestado. Es que... Es que se parece usted mucho a una persona a la que conocí hace años.
- Bueno, a veces ocurren estas cosas... ¿Es ese tal Michael Alcott?
- Sí.
- Ya... No sé... Ese nombre no me dice nada. ¿De dónde es?
- Americano. De Nueva York. Stavros rió ahora abiertamente.
- Bueno, ya lo ve: yo no soy americano... Sólo soy griego. ¡Mala suerte! Hace veinte años que vivo en Viena. Y en Nueva York sólo he estado una vez. De visita. No sé... Tal vez alguien de mi familia haya emigrado hace mucho tiempo a los Estados Unidos, quién sabe, y ese tal Michael sea un primo lejano. Es lo más probable ¿no cree? [...]
- Michael murió hace años. Se ahogó durante una tempestad. Estaba navegando. Se cayó al agua.
Stavros guardó silencio durante unos momentos, mientras sus ojos parecían encogerse, como ante el resplandor inesperado y doloroso de un foco. El miedo, igual que el humo, invadió el espacio que había a su alrededor, flotando sobre sus cabezas. El miedo, una voluta gris y helada.
- Ya, comprendo... No sé si debo alegrarme o entristecerme. Al menos, esto me ha permitido conocerla a usted.
Emma volvió a sonreír. Stavros bebió un sorbo de su café, sin dejar de mirarla. Su tono se hizo más ligero: - ¿Te gusta la moussaka griega? Ella se echó a reír. Aquel hombre estaba invitándola a cenar. Sí, definitivamente no era Michael. No podía ser Michael, que estaba muerto bajo las aguas de algún océano, muerto, definitivamente ausente de la vida. Era otro hombre, un hombre vivo que le gustaba, y estaba invitándola a cenar [...]
- Me gustaría volver a verte.
- A mí también. - ¿Puedo llamarte?
- Claro, cuando quieras. Apunta mi teléfono.
Stavros sacó de su bolsillo una agenda y una pluma. Sobre el capuchón, a la luz de la farola, algo brilló: L.A., las dos iniciales plateadas del abuelo de Michael, las mismas iniciales sobre la misma pluma, aquella pluma que había sido hecha para él de encargo, no existe ninguna otra igual en el mundo, había dicho Michael, y ahora esa pluma estaba en manos de aquel hombre igual a Michael pero que afirmaba no serlo..." (fragment pàg. 77-80)