i
feliç any
Aquella nit de cap d'any
va ser sonada sonada
quan li tocava tocar
es va espatllar la campana
feliç any
Aquella nit de cap d'any
va ser sonada sonada
quan li tocava tocar
es va espatllar la campana
Enric Casasses
"Un cuadro es el corazón del pintor hecho trazos rotos de color. Un cuadro es silencio: el silencio ensimismado del pintor mientras pinta, dando desgarrada voz a su grito interior. Por eso las pinturas expuestas en todos los museos del mundo son falsas sin excepción. Los visitantes creen estar contemplando Los fusilamientos del tres de mayo de Goya, Las Meninas de Velázquez o el Gernika de Picasso, pero en realidad se hallan ante copias adulteradas de la obra que concibieron los artistas. No es que ominosas manos negras hayan ido falsificando cuadros a lo largo de los siglos para colgarlos luego en el Prado, el Louvre o el Guggenheim. Todos esos cuadros son originales, los mismos que pintaron sus respectivos autores. Pero esto no contradice mi anterior afirmación. Porque ¿qué vemos en realidad en los museos? Espacios amplios e inmaculados en los que cuadros geniales ceñidos por marcos carísimos que nunca eligió su autor, permanecen alineados en fila como presos durante el recuento carcelario. Mi padre decía, tal vez bromeando, tal vez muy en serio, que los celadores no están para impedir que los visitantes dañen las obras de arte, sino para evitar que los cuadros intenten fugarse. De niño me contó la aventura de un cuadro de Van Gogh que un día se escapó de un museo [...] Cada día, los cuadros de los museos soportan que los miren oleadas de admiradores boquiabiertos. Sus murmullos, aunque respetuosos y fascinados, van generando una nube de parloteo que acaba por concretarse en las galerías como una bruma de noviembre sobre el mar. Ese ruidillo suave y bienintencionado destruye el silencio que requiere la contemplación de la obra, y además resulta imposible reproducir la soledad en que el autor la pintó. ¿Qué ocurre cuando hablamos en el cine o en un recital de piano? ¿Acaso no nos mandan callar? ¿Qué ocurriría si alguien hablase en voz alta durante una representación de ópera? Los espectadores exigen silencio porque no oyen bien, pero en los museos hablan como si no fueran conscientes de que un cuadro, a la vez que visto, debe ser escuchado. Solo quien oye su silencio puede aproximarse a los sentimientos que impulsaron la mano del pintor." (fragment pàg. 65-67)
"Toda protesta política profunda es un llamamiento a una justicia ausente, y va acompañada de la esperanza de que en el futuro se terminará restableciendo esta justicia; la esperanza, sin embargo, no es la primera razón para llevar a cabo la protesta. Protestamos porque no hacerlo sería demasiado humillante, demasiado reductor, demasiado terrible. Uno protesta (levantando barricadas, tomando las armas, haciendo una huelga de hambre, unidendo las manos, gritando, escribiendo) a fin de preservar el momento presente, al margen de lo que nos reserve el futuro.
"Va ser Wagner, comptat i debatut, un músic? En qualsevol cas, va ser alguna cosa més: és a dir, un incomparable histrió, el més gran mim, el més sorprenent geni del teatre que els alemanys hagin tingut mai, el nostre director escènic par excellence. Pertany a un altre lloc que no a la història de la música: no se l'ha de confondre amb els grans genuïns. Wagner i Beethoven: això és una blasfèmia -i al capdavall una injustícia, fins i tot per a Wagner... Tampoc com a músic no va ser altra cosa que el que era de fet: si esdevingué músic, si esdevingué poeta, és perquè el tirà que duia a dins, el seu geni d'actor, l'hi obligà. Res no es comprèn de Wagner si no es comprèn el seu instint dominant.1. El castellà és la llengua espanyola oficial de l’Estat. Tots els espanyols tenen el deure de conèixer-la i el dret d’usar-la.
2. Les altres llengües espanyoles seran també oficials en les respectives Comunitats Autònomes d’acord amb els seus Estatuts.
3. La riquesa de les diferents modalitats lingüístiques d’Espanya és un patrimoni cultural que serà objecte d’especial respecte i protecció.
"Cuando sabía que Clarence iba a estar fuera de casa durante mucho rato, me gustaba poner discos mientras le daba a la tecla, y mi favorito era entonces el Concierto para orquesta de Bartók [...] Aullidos, rechinamientos y una rara modalidad de rozaduras vulcanizadas, sobre todo el tráfico de ahí fuera, combinado con el golpeteo de los compresores, es lo que acabo de oír ahora, cuando he intentado oír algo de Bartók, además de los latidos de mi propio corazón. En aquel entonces, cuando aún me gustaba el Concierto para orquesta, nada más salir Clarence cerraba todas las puertas y ventanas, subía el volumen y entraba en trance. Empezaba del modo habitual, suave y a ritmo normal, pero según iba acelerándose el tempo, con la entrada del metal y la cuerda alta, me ponía a teclear más deprisa, y cerraba los ojos y no oía la máquina de escribir, pero la sentía estremecerse bajo mis dedos, y me ponía a balancearme en la silla. Pasados un par de minutos, a veces, una cinta de palabras empezaba a fluir de la música al papel, gota a gota al principio, luego en chorro, y ya no me dejaba ir, me dejaba caer en la música, y era como caer desde muy alto sin miedo a llegar al fondo, abandonándome a ello, dando lentas volteretas mientras caía, con la sensación de que mis dedos eran instrumentos que la música empelaba para escribir lo que quería -la música o la máquina, no sé cuál de las dos-, que la máquina se había transformado en el lenguaje de mis manos, no de mi cabeza, sin el peso de la reflexión [...] Con el clamor bestial de la música, con la máquina tronando bajo mis dedos, permanecía de espaldas a la puerta, sin el manor barrunto de que Clarence estuviera allí hasta que apagaba el tocadisco. Clarence y yo no teníamos el mismo gusto musical. No era lo suyo , reaccionar con alguna comprensión cuando le decía: "Mira, es Bartók, es puro Bartók", y le tendía diez o doce folios. Se limitaba a echarles un vistazo y luego recorría la casa entera abriendo ventanas." (fragment pàg. 98-100)