dimecres, 29 de maig del 2013

ELS 60...


"La apertura de la Seat abona un proceso de reconciliación del Régimen con Barcelona, tras varios años de mano dura para el territorio catalán, que se mantuvo republicano hasta casi el final de la contienda (Franco nunca perdonaría al general Goded que, habiendo fracasado el alzamiento militar que lideraba en Barcelona, aceptara rendirse, con la consiguiente desmovilización de simpatizantes en las cuatro provincias catalanas. Para Franco la plazas sólo se abandonaban con los pies por delante).
En esta nueva etapa de acercamiento, siempre relativo -el uso de la lengua catalana, por ejemplo, sigue restringido al ámbito familiar y a manifestaciones culturales minoritarias-, la ciudad acoge en 1952 el Congreso Eucarístico Internacional, y aprueba en 1953 el Plan Comarcal que permitirá su expansión, abriendo el tejido industrial a otras áreas que acaban superando al textil, tradicional primera actividad productiva catalana.
Las instalaciones de Seat en la Zona Franca respiraban modernidad. Incluye dos grandes naves, una dedicada a las carrocerías y al montaje, y la segunda al taller mecánico [...] A Antonio Luna le han colocado primero en la cadena de montaje del automóvil más veterano de la casa, el 1400 (cinco plazas, lujoso, con una cilindrada de 44 caballos, muy popular entre altos cargos y taxistas), donde trabajaba en el acoplamiento de carrocería. Pronto lo han pasado al del modelo en auge, el Seat 600, un utilitario de 585 kilos de peso que ha empezado a producirse en 1957 a partir de un diseño italiano y que, con una potencia de 21,4 caballos, se vende -y muy bien, hay colas de meses para conseguir alguno de los trescientos que salen diariamente de fábrica, salvo que se cuente con un buen enchufe -a 65.000 pesetas.
Con su mono bien ajustado, Antonio Luna trabaja contento, le gusta el aire a nuevo de la empresa y la eficacia y el ambiente productivo que impera en ella. Cobra un buen sueldecito -pronto la cabaña del Somorrostro será sólo un recuerdo- y se siente a gusto almorzando en los oxigenados comedores de la empresa, hechos de aluminio, cristal y ladrillo, con ventanales que dan a un jardín y un pequeño lago. Cerca de cuatrocientos operarios se alinean allí, en el "oasis", en el descanso de cada turno, y es el momento en que se hacen las confidencias..." (fragment pàg. 58-59)