Concurso Permanente de Juventudes Musicales (Ciutadella, novembre 2011)
foto feta per juanluisgx
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PER ESTALONAR EL TREBALL CONSTANT I COMPROMÈS DE
JUVENTUDES MUSICALES DE ESPAÑA
"Se detuvo a dormir en Heathfield. Se cruzó con otros caminantes, con quienes comentó brevemente la belleza del paisaje o la inminente llegada del verano antes de desearse buen viaje y cada cual continuar su camino. Harold seguía las curvas y los contornos de las colinas sin apartarse jamás de la carretera que se extendía ante sí. Una bandada de cuervos alzó el vuelo desde los árboles con un sonoro aleteo. Un cervatillo salió corriendo de la maleza. Los coches aparecían como surgidos de la nada, pasaban con estruendo y desaparecían. Tras las rejas asomaban perros, y vio también varios tejones, como pesas peludas en la cuneta. Pasó por delante de un cerezo en flor, y cuando una ráfaga de viento agitó sus ramas, los pétalos volaron como confeti lanzado al aire. Estaba abierto a las sorpresas, tomaran la forma que tomasen. Semejante libertad no era habitual [...] Harold caminaba sin cesar. La carretera se estrechaba y luego volvía a ensancharse, subía y serpenteaba. A veces tení que avanzar casi pegado a la vegetación que crecía al borde del arcen; otras, en cambio, podía andar a sus anchas por la acera [...] Empezaron a formársele nuevas ampollas en los talones y en la yema de varios dedos. No tenía ni idea de que caminar pudiera ser tan doloroso[...] Mientras el sol se hundía tras las murallas de Exeter y la temperatura bajaba en picado, recordó de nuevo que había algo en su carta que no acababa de encajar y que seguía escapándosele." (fragment pàg. 87-89)
"Mario Conde siempre había amado los libros -y siempre los amaría, más aún cuando el destino, en una voltereta inesperada de la historia, lo llevó a vivir de ellos y convertirse en comprador y vendedor de libros viejos como alternativa de supervivencia en un país donde, durante años, en medio de la Crisis más asoladora, apenas se luchó por atravbesar las horas álgidas de cada día y llegar vivo al siguiente. Como lector primero, como aspirante a lector después, y como mercader bibliográfico en los años más recientes, había disfrutado de los libros, los había buscado y hasta soñado con algunos de ellos, tanto como había soñado con el beisbol [...] Su memoria, tan llena de nostalgias, recuerdos y otras alimañas que ocupaban abultados espacios físicos en sus maltratadas neuronas, reservaba un sector limpio y bien iluminado para los lastres más duraderos de las lecturas en las cuales se había enfrascado durante los últimos veinte años de los treinta y cinco de existencia a los que había arribado por aquella época [...] En todos aquellos años de aprendizaje que se convirtieron en amor por los libros y, finalmente, en una adicción capaz de hacerle concebir el sueño de que sería o podría ser, o le gustaría ser escritor -y que terminarían con el paso desastroso del sueño al intento real de la escritura y hasta la publicación en una revista escolar que nunca superaría el número cero- [...] -Un día, cuando tenía dieciséis años, un bibliotecario cojo me dijo que la lectura me ayudaría a ver el mundo con otros ojos... " (fragment pàg. 41-44)
"Me despierto al lado de un cuerpo cercano y desconocido. Me muevo cuidadosamente en la cama, a tientas en un día que se abre tenebroso. Bajo el edredón he estado casi a punto de olvidarme de que ya no somos amantes. Él tiene los ojos abiertos y los siguientes tres cuartos de hora también parece haberlo olvidado.