dimecres, 3 de novembre del 2010


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"La literatura -escribió Orhan Pamuk en el Corriere, polemizando con la politizacion del arte- no es juicio moral, sino identificación con un personaje, con su modo de ser (generoso o malvado), con su fe, su pasión, su violencia o su delirio. La literatura no juzga ni pone notas de conducta a la vida, que discurre más allá o más acá del bien y del mal [...] Una obra literaria, aunque nazca de una irrepetible situación individual, se dirige a todos [...] El escritor no es un responsable padre de familia, sino más bien un hijo rebelde que obedece a sus demonios; la literatura ama el juego, la libertad de inventar la vida como el barón de Münchhausen, la de volver la realidad ligera como un globo de colores que se escapa de la mano y se aleja [...] La literatura es un continuo viaje entre la escritura diurna, en la que el autor lucha por sus propios valores y sus propios dioses, y la nocturna, en la que el escritor escucha y repite lo que le susurran sus demonios, los sosias que habitan en el fondo de su corazón, incluso cuando dicen cosas que contradicen sus propios valores. La literatura es también un descenso a los infiernos, a eso que Flaubert llama "la letrina del corazón". ( fragment Corriere della Sera, 21.10.2007 - pág. 397-401)