"Encendió la luz y contempló la butaca vacía, pero raramente habitada, sobre la que el reloj medía un tiempo que a Elena le concernía y no le concernía a la vez. El canuto tuvo la virtud de despejarla todavía más. Se lo había fumado entero en la butaca de piel, imaginando que violaba así un espacio por el que no estaba dispuesta a dejarse atrapar. Regresó al dormitorio sin apagar las luces y cuando supo que no podría dormir tomó de la mesilla el diario de su madre e intentó adivinar a qué fechas correspondían los diferentes episodios. Pero en ningún cuaderno, en ninguna de sus hojas, aparecían datos temporales, excepto aquel que se señalaba al principio: "Comienzo estas páginas que ignoro cómo llamaré o adónde me conducirán poco antes de cumplir cuarenta y tres años..." Elena hizo algunos cálculos para situarse ella misma frente a aquella escritura, pero los abandonó enseguida al advertir que había algunas coincidencias tenebrosas. Pensó también en leer las últimas páginas del último cuaderno, pero decidió que lo haría a la luz del día. Finalmente, abrió uno de los cuadernos al azar y leyó lo que parecía un episodio: Recuerdo que desde muy pequeña desconfié de la capacidad de los seres humanos para alcanzar la verdad...
Elena cerró el cuaderno y lo guardó junto a los otros en el cajón de la mesilla ." (fragment pàg. 51-53)
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