"Ya la primera vez que se acostó con Adele supo que sí, que la edad podía tener algo que ver, pero que ni siquiera un veinteañero lograría estar a su altura. Ella hacía el amor con total desinhibición, con ardor arrollador, sin el más mínimo pudor, dispuesta a cualquier cosa, sin experimentar jamás el menor deseo de contenerse. Al final de cada noche, él estaba exhausto, y ella, más fresca que una rosa [...] En los dos primeros años de matrimonio su carrera se resintió, cometió dos o tres errores que le perdonaron porque no eran nada en comparación con la abundancia de méritos; pero su físico ganó. Cuando se miraba desnudo en el espejo, se veía como renovado: habían desaparecido los michelines de la cintura, y los músculos se le habían endurecido. ¿La juventud era contagiosa? No. Adele, aparte de la pasión, no estaba regalándole una nueva juventud sino perdonándole unos cuantos años de vejez, eso sí. Por la noche, si dormía cuatro horas, gracias. Varias veces se habían quedado dormidos mientras todavía estan haciéndolo. Por la mañana él no se levantaba cansado, sino absolutamente incapaz de trenzar pensamientos para concentrarse en el trabajo que le esperaba en el banco. Porque su cerebro también estaba enteramente ocupado por Adele, no hacía más que repasar todo lo que habían hecho unas horas antes, y lo más maravilloso era que bastaba con que él lo quisiera para que aquel pasado reciente volviera a ser presente inmediato. [...] Y con la lucidez que siempre lo había caracterizado, supo que llegaría el día en que Adele no tendría más remedio que traicionarlo. "
(fragment pàg. 29-30)
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