Me dicen que hoy es jueves.
La pequeña certeza
no la confirma nada;
ni el sol en los cristales
-débil y desteñido-,
ni la brisa que mece
borrosas ramas, lejos,
ni la lenta pereza
pesarosa
con la que me dispongo a ver que pasa.
Salgo a la calle, y miro
sin comprender.
¿Qué tienen esos rostros
que no sea concebible cualquier martes?
El perro que olisquea la acacia desvaída,
¿no es el perro de ayer, por desventura?
Otros son los que insisten.
Me dicen que hoy es jueves.
Ángel González
(pàg. 354)
La pequeña certeza
no la confirma nada;
ni el sol en los cristales
-débil y desteñido-,
ni la brisa que mece
borrosas ramas, lejos,
ni la lenta pereza
pesarosa
con la que me dispongo a ver que pasa.
Salgo a la calle, y miro
sin comprender.
¿Qué tienen esos rostros
que no sea concebible cualquier martes?
El perro que olisquea la acacia desvaída,
¿no es el perro de ayer, por desventura?
Otros son los que insisten.
Me dicen que hoy es jueves.
Ángel González
(pàg. 354)
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